Investigación por Patricio Hidalgo Luque
Publicada en su blog La Guerra Civil en Córdoba en el año 2004
Cuando en el año 2004 revisaba los libros de defunción del Registro Civil de Córdoba encontré una inscripción que me pareció muy extraña. En efecto, en el folio nº 3 del tomo 159, Juzgado de la Derecha, se anotó el 12 de noviembre de 1936 la defunción de Renée Lafont, de nacionalidad francesa, de la que se ignoran más circunstancias. Falleció en esta Capital desconociéndose en qué lugar el día primero de septiembre del año actual no se dice a qué hora a consecuencia de anemia aguda por hemorragia consecutiva a heridas recibidas.

Renée Lafont hacia 1923
¿Por qué no se conocían más circunstancias de la víctima? ¿Y cómo podía ser que se ignorase el lugar en que ocurrió el fallecimiento y el cementerio en que se sepultó el cadáver?[i] ¿Por qué se tardó más de dos meses en inscribir la defunción en el Registro Civil? También resultaba extraño lo alambicado de la expresión de la causa de la muerte. ¿Por qué no se citaba el origen de las heridas, como sí ocurre en otros casos? ¿Por qué, y a pesar de que la inscripción se hacía en virtud de orden del juez de Instrucción del Distrito de la Derecha, certificaba un medico militar y no el forense adscrito al juzgado? Demasiadas preguntas sin respuestas. Además, el nombre de esta mujer no aparecía en los libros de inhumaciones de los cementerios. En cualquier caso, y a falta de más datos, no podía asegurar que fuese una víctima de la guerra y Moreno Gómez tampoco la citaba en su listado de fusilados, por lo que tomé nota pero no la incluí en la relación de víctimas que confeccionaba por aquel entonces.
Ese mismo año conocí a D. Luis de la Fuente Román (q.e.p.d.). En julio de 1936 este señor estaba terminando su servicio militar en el Regimiento de Artillería Pesada nº 1, pero el comienzo de la guerra le impidió licenciarse. En una de las primeras conversaciones que sostuvimos me contó cómo fue agregado a la dotación de un antiaéreo de 20 mm. Una noche, estando en el emplazamiento de la pieza en la rotonda de la Victoria, donde comienza la actual avenida del Conde de Vallellano, los sirvientes de la pieza vieron pasar un camión con detenidos. Cuando los presos vieron que en vez de tomar la dirección de la Huerta del Rey hacia la cárcel (el Alcázar de los Reyes Cristianos) enfilaban hacia el cementerio de la Salud comprendieron lo que les aguardaba y comenzaron a gritar. Entonces una mujer francesa se tiró del camión, pero el vehículo paró, la volvieron a subir y continuó la marcha. Poco después oyeron las descargas. A la mañana siguiente los artilleros vieron como los sepultureros entraban los cuerpos al cementerio utilizando carrillos de mano. El fusilamiento había tenido lugar en la zona conocida como Arroyo del Moro, que se corresponde con el actual aparcamiento situado en la tapia norte del cementerio y, por tanto, visible desde la rotonda de la Victoria. A la pregunta de cómo sabía que la mujer era francesa D. Luis respondió que lo oyó comentar en el cuartel la mañana siguiente.
Inmediatamente relacioné este caso con la extraña inscripción del Registro Civil y la curiosidad me llevó a buscar más datos sobre esta mujer. Sabiendo la fecha de la muerte era fácil buscar en la prensa de la época. En efecto, se ocupan de los hechos La Voz de Córdoba y El Defensor de Córdoba de 2 de septiembre y Guión de 1 de septiembre. Los relatos de los diarios son bastante coincidentes entre sí y con la versión que nos ofrece el historial de la 5ª Batería del Regimiento de Artillería Pesada nº 1. Este relato dice así:
El 29 de Agosto, a las 11 horas, se acerca un coche ligero a la posición de las Cumbres, por la carretera general y procedente del campo enemigo. Ante la presencia de un avión propio[ii] que efectúa un reconocimiento, el coche se detiene y descienden de él tres individuos que se guarecen en una alcantarilla; pasado el avión, los tres individuos salen del refugio y se dirigen al coche, en cuyo momento el Capitán de la 5ª Batería, de guarnición aquel día en las Cumbres, les dá el alto, y como no obedecieran se les hace fuego de fusil, al que ellos contestan con tiros de pistola, echándose a tierra; a poco, dos de los individuos se levantan, y a pié, emprenden la huida a sus líneas, perseguidos por una guerrilla propia que sale de las Cumbres al mando del Teniente Don Juan Sánchez Ramírez. El Capitán Macías en vista de que esta guerrilla se aleja demasiado, hace tocar llamada, y el Teniente Sánchez Ramírez regresa a la posición, no sin traer hasta ella el coche ligero y al individuo que quedó en tierra, que resultó herido en una rodilla y ser mujer, de más de 50 años, y vestida de hombre; es conducida –incomunicada- a Córdoba. El enemigo dificulta cuanto puede la entrada en las Cumbres de la citada mujer y del coche (éste es un Studebakers del Ministerio de la Guerra rojo[iii]), y para ello efectúa un tiro de prohibición con G.M. a tiempos de 105; después hace avanzar una guerrilla de 40 hombres hacia Las Cumbres, cuyo probable propósito parece ser el de recoger a los otros dos ocupantes del vehículo, refugiados en una caseta de peones camineros[iv] a 1.200 metros de la posición propia, pero por si es otro, la 3ª Batería de O. 155/13 del Sector, rompe el fuego sobre la guerrilla, que a la segunda rompedora se retira a sus atrincheramientos.
Como detalles adicionales hay que destacar que, según La Voz de Córdoba, a la detenida se le ocupó un carnet comunista y un alfiler con la hoz y el martillo, y fue sometida al Tribunal Militar correspondiente que la juzgó y sentenció[v]. Nótese como las informaciones de prensa aparecen después de la muerte; incluso El Defensor de Córdoba añade que la emisora local radió una nota oficiosa en relación con el asunto. Evidentemente se trata de informaciones facilitadas por las autoridades militares, lo que lleva a preguntarse por qué dar tanta publicidad a algo que podría traer repercusiones negativas.